Abrió los ojos lentamente, y lo primero que vio fue la luz procedente de la ventana. Exhaló un largo suspiro y volvió a cerrar los ojos. Giró levemente la cabeza hacia el lado que menos daba la luz y tocó su muñeca, buscando el reloj. Una vez localizado, abrió los ojos y se fijó en que eran las 12 y 35 de la mañana. Se sorprendió bastante pues se había quedado dormida muy pronto, sobre las 10 y 30. Por fin abrió los ojos y cuando se acostumbró ala luz se levantó un poco, apoyándose en los codos. Se fijó en que la cama apenas estaba desecha y en que llevaba la ropa que se había puesto el día anterior. Echó la cabeza hacia atrás en un gesto de molestia y luego se puso en pie de una salto.
-¿Mamá? ¿Luis? ¿Estáis en casa?- exclamó gritando exageradamente.
Al no obtener respuesta, fue hasta la habitación de su madre y vio que la cama estaba bien puesta y las cortinas abiertas completamente. Salió de ahí a paso tranquilo y entró de la misma forma en el cuarto de baño. Se miró en el espejo y observó las enormes ojeras alrededor de sus cansados ojos marrones, a veces verdes. Tenía los labios extremadamente secos y el pelo despeinado. Pero no le importó nada de lo que vio, en ese momento todo le daba igual. Rebuscó entre uno de los cajones y encontró una goma verde, con la que se hizo un moño lo más alto que pudo. Se quitó la ropa y se metió en la ducha. Estuvo un buen rato debajo del agua, hasta que el timbre de su móvil la obligó a salir.
-Aquí Marina, ¿con quién tengo el placer de hablar?- soltó en modo irónico, sabiendo de antemano la respuesta
-Amor, soy Valeria. ¿Qué vas a hacer esta tarde? Todas las demás se van de vacaciones, si quieres podemos quedar un rato para hablar o simplemente para ver una peli.
-Hola, pues no sé, lo que quieras. La casa esta tarde la tengo para mi sola, que mi madre se va dos días fuera y Luis está de excursión. Pásate por aquí a eso de las cuatro y media... o si quieres venir a comer por mi genial!
-No, a las cuatro y media estoy allí. Te dejo, te quiero.
Colgó y miró el reloj. Las 2. Se puso unos pantalones negros, que combinó con una camiseta ancha blanca. Bajó a la cocina y lo único que comió fue un bizcocho que su madre había preparado desde hacía ya casi una semana, pero no le importó. Se lo terminó entero y se sentó en el sofá a pensar lo que siempre pensaba: en David. Se le pasaron las dos, las tres y las cuatro, y cuando menos quiso, sonó el timbre de la puerta. Corrió hasta allí y abrió rápidamente. Se encontró de frente con Valeria, su ''mejor amiga'' desde que llegó. Sonrió, llevaba un camisa morada muy suya y unos vaqueros blancos. Su pelo rubio corto lo tenía recogido en una coleta alta y el flequillo le caía a escala tapándole un ojo. Marina se hizo a un lado dejándola pasar.
-Cariño, prefiero que hablemos un rato, no tengo ganas de ver pelis ni nada de eso... He traído cervezas.
Siguió caminando y se sentó en el sofá mientras abría una de las latas. Le dijo que quería que se lo contase todo, desde el principio hasta el final, y Marina le relató su historia lo más brevemente que pudo, dando un sorbo a su cerveza de vez en cuando. Terminó y estuvieron un buen rato en silencio, hasta que encendieron la tele y se rieron viendo Me llamo Earl. La tarde pasó deprisa y Valeria no se separó de Marina en ningún momento, durmieron juntas y se emborracharon juntas.
Al no obtener respuesta, fue hasta la habitación de su madre y vio que la cama estaba bien puesta y las cortinas abiertas completamente. Salió de ahí a paso tranquilo y entró de la misma forma en el cuarto de baño. Se miró en el espejo y observó las enormes ojeras alrededor de sus cansados ojos marrones, a veces verdes. Tenía los labios extremadamente secos y el pelo despeinado. Pero no le importó nada de lo que vio, en ese momento todo le daba igual. Rebuscó entre uno de los cajones y encontró una goma verde, con la que se hizo un moño lo más alto que pudo. Se quitó la ropa y se metió en la ducha. Estuvo un buen rato debajo del agua, hasta que el timbre de su móvil la obligó a salir.
-Aquí Marina, ¿con quién tengo el placer de hablar?- soltó en modo irónico, sabiendo de antemano la respuesta
-Amor, soy Valeria. ¿Qué vas a hacer esta tarde? Todas las demás se van de vacaciones, si quieres podemos quedar un rato para hablar o simplemente para ver una peli.
-Hola, pues no sé, lo que quieras. La casa esta tarde la tengo para mi sola, que mi madre se va dos días fuera y Luis está de excursión. Pásate por aquí a eso de las cuatro y media... o si quieres venir a comer por mi genial!
-No, a las cuatro y media estoy allí. Te dejo, te quiero.
Colgó y miró el reloj. Las 2. Se puso unos pantalones negros, que combinó con una camiseta ancha blanca. Bajó a la cocina y lo único que comió fue un bizcocho que su madre había preparado desde hacía ya casi una semana, pero no le importó. Se lo terminó entero y se sentó en el sofá a pensar lo que siempre pensaba: en David. Se le pasaron las dos, las tres y las cuatro, y cuando menos quiso, sonó el timbre de la puerta. Corrió hasta allí y abrió rápidamente. Se encontró de frente con Valeria, su ''mejor amiga'' desde que llegó. Sonrió, llevaba un camisa morada muy suya y unos vaqueros blancos. Su pelo rubio corto lo tenía recogido en una coleta alta y el flequillo le caía a escala tapándole un ojo. Marina se hizo a un lado dejándola pasar.
-Cariño, prefiero que hablemos un rato, no tengo ganas de ver pelis ni nada de eso... He traído cervezas.
Siguió caminando y se sentó en el sofá mientras abría una de las latas. Le dijo que quería que se lo contase todo, desde el principio hasta el final, y Marina le relató su historia lo más brevemente que pudo, dando un sorbo a su cerveza de vez en cuando. Terminó y estuvieron un buen rato en silencio, hasta que encendieron la tele y se rieron viendo Me llamo Earl. La tarde pasó deprisa y Valeria no se separó de Marina en ningún momento, durmieron juntas y se emborracharon juntas.